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LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE PROCRASTINAR

19.05.2021 | Karen Miranda


La palabra “Procrastinación” refiere a un término poco empleado en el vocabulario cotidiano, pero que resulta de fácil comprensión y que es bastante común en el ámbito universitario. De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (RAE), procrastinar significa diferir, aplazar, en otras palabras, dejar algo para hacer en un futuro a veces no tan cercano.

Uno de los ejemplos claros de procrastinar sería el dejar nuestras entregas de fin de semestre para el último momento en que se acerca el fin de plazo, lo cual provoca que nuestros niveles de estrés y ansiedad aumenten, y ello conduce a que nuestro rendimiento escolar se vea afectado. Pero la procrastinación no sólo está presente en la vida académica, sino que se ve inmersa en diferentes áreas de la vida, tal es el caso de los afamados propósitos de año nuevo.


En ocasiones los seres humanos tendemos a aplazar tareas que nos resultan aburridas, difíciles o molestas. Dichas conductas pueden presentarse de forma esporádica sin que nuestro proyecto de vida se vea afectado, sin embargo, pueden llegar a convertirse en un problema cuando se trata de un comportamiento frecuente, y que puede provocar dificultades en diversas áreas: social, escolar, laboral, etc. A eso se le conoce como procrastinación. Hay veces en que la procrastinación puede llegar a derivarse de una decepción, es decir, de haberte esmerado tanto en un proyecto, no lograr los resultados deseados y obtener una mala nota. Imagina que le dedicas mucho tiempo a realizar un ensayo y haces tu mejor esfuerzo pata obtener un buen resultado, lees a diario, investigas y organizas bien tus tiempos, y esto al final no es suficiente, ¿puedes entender los sentimientos que surgen después de esta situación?, toda esa frustración y, sobre todo, el sentimiento de fracaso luego de todo ese proceso.



La procrastinación también puede provenir del miedo al fracaso. Ahora imagina que tienes que entregar un proyecto muy complejo y a pesar de que sabes que deberías dedicar un tiempo considerable para su elaboración, no reservas tiempos específicos para avanzar en ello. Aunque, casi todos los días recuerdas que tienes aquel proyecto pendiente por entregar y que la fecha limite se aproxima. Tratas en un par de ocasiones de organizar tus ideas en lo que tienes que hacer, aunque siempre surgen actividades más interesantes que te llevan a “abortar la misión”, todo esto porque el hecho de posponer aquella entrega de manera indefinida quizás haga que te resulte más sencillo a la hora de asimilar que tu calificación final fue proporcional al esfuerzo que invertiste en la elaboración de la tarea. Y podrías llegar a tranquilizarte con ideas como: “Pues claro que me saqué un siete, hice un trabajo al aventón, no puedo esperar una calificación mejor… Antes y aprobé la materia.” Estos son ejemplos de los diálogos internos que nos decimos para mantener la idea de que nos encontramos en una zona segura y de confort. Es decir, procrastinar te mantiene “protegidx” de los sentimientos generados frente a un fracaso académico. ¿Te ha pasado?


Ahora bien, bajo el contexto de la pandemia COVID-19 el panorama es diferente, la pandemia ha producido una crisis global de salud mental y está alimentando esta tendencia perjudicial. Muchas veces he escuchado comentarios sobre el tema de la procrastinación, tales como: “Sólo tienes que organizar tus tiempos de entrega”, “No seas floja”, “Concéntrate en una cosa a la vez…” Pero la verdad es que muchas personas pasan por alto el hecho de que la procrastinación puede deberse a una combinación de problemas de salud mentales y físicos, la pandemia ha causado más estrés, ansiedad y depresión, lo que ha hecho que más personas padezcan esas enfermedades subyacentes, y a su vez esto ha causado más procrastinación.


Hay un término que se impulsó tras la pandemia, “procrastinación productiva”, ésta consiste en evitar una tarea para completar otra, por ejemplo, postergar un proyecto importante de la escuela o del trabajo para hacer limpieza en el hogar. Aunque puede no parecer tan perjudicial porque completas una tarea y alcanzas cierto nivel de productividad, a final de cuentas estás cayendo en una trampa, ya que aún tienes que redactar ese trabajo y postergarlo sólo añade más estrés.


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