27.09.2019I Verónica Bastida
¿Hace falta que todo colapse, para darnos cuenta de nuestra realidad?
Con los pasos agigantados que da el cambio climático, no solo nos muestra lo diminutos y dañinos que somos para el planeta, que con nuestras acciones como es hacer de la contaminación un modo de vida y normalización, hemos ido acabando poco a poco con nuestra biodiversidad, siendo una de las causas las “islas de plástico” que han sido descubiertas por científicos, principalmente en el Océano Pacífico, y secuenciado por los océanos Indico y Atlántico, que son ocasionadas por las corrientes marinas, atrayendo entre ellas desechos del ser humano, desde bolsas hasta botellas y evitando que el agua de estos espacios produzca los minerales esenciales para un buen ecosistema marino, acabando de esta forma con cientos de especies.
Y es que no basta con prohibir el uso de estos productos, si no somos capaces de generar conciencia. México, es considerado el país donde mayor agua embotellada se consume en el mundo, al generar alrededor de 21 millones de botellas de plástico al día y solo reciclando el 20% de los envases, sin siquiera enfocarse la sociedad en que muchas veces este solo es uno de los tantos negocios de grandes empresas, entre ellas Coca-Cola y Danone; que generan un imperio a costa del deterioro del medio ambiente y de la necesidad que tenemos como ciudadanos.
Debemos de pensar más allá… si las generaciones pasadas y las actuales interviniéramos para la conservación de ciertos ríos, como pudo ser el caso del Rio Bravo o el Río Lerma, la sociedad podría seguir consumiendo agua de ellos como lo fue hace varios años, sin necesidad de pagar por un servicio que podría ser gratuito.
No solo es cuestión de una persona, sino de una colectividad, de analizar qué es lo que queremos para nuestro futuro y el de nuestros seres queridos, siendo un claro ejemplo, Greta Thunberg, una niña sueca de 16 años, que con tan corta edad nos ha mostrado la cara del problema al que personas como Donald Trump, presidente de Estados Unidos, no quieren mirar.
El cambio climático, la contaminación, la tala clandestina y la deforestación son problemas existentes, que nos van acortando cada día nuestra vida; es por eso que es incongruente querer ayudar al medio ambiente solo con estar sentados enfrente de una computadora o celular, firmando propuestas y no actuando de manera directa. No es necesario que alguien nos diga que tenemos que hacer, pero si es necesario reconocer esas voces que nos ayudan a recapacitar, como lo es la de Greta, nominada al Premio de la Paz, por su acción “Fridays For Future” , o aquellas personas que ponen de moda retos como el de #BasuraChallenge.
De esta manera, más personas querrán contribuir a hacer la diferencia para vivir mejor, desde otro menor de edad o una empresa líder en el mundo, todo se comienza con un paso, el primero: reconocer el problema, para después con decir “No, gracias. Traigo mi bolsa”, “mejor en mi termo”, unirse a alguna lucha ambiental o dejar tirar la basura en las calles, entre otros; para así cuando escuchemos que el río suena, agua limpia lleve.
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