08.03.2019 | Valeria Guzmán y Omar Reyes Redacción: Jefe de redacción
En los discursos y programas de gobierno y aún en la literatura sobre mujeres, género y pobreza, es común encontrar expresiones tales como “La pobreza tiene rostro de mujer”, “las mujeres son las más pobres entre los pobres”, “civilización de la pobreza”. Pero ¿a qué se hace referencia con lo antes mencionado?
Con esta idea generalizada se han trazado algunas rutas de estudio para la pobreza. Se requiere pasar de las mujeres en la pobreza a las condiciones en que la desigualdad de género se enlaza con situaciones de pobreza. De acuerdo con la perspectiva de género, se requiere enfocar la atención en la manera en que las relaciones basadas en la diferencia sexual en tanto al ámbito de la producción y reproducción de desigualdad de género imprime características particulares a la pobreza de las mujeres.
Fotografía: Enlace de Comunicación
La Dra. Ana María Tepichín Valle mencionó que se requiere ubicar a las mujeres como sujetos relacionales, integrantes de una familia, miembros de una localidad, pertenecientes a un grupo ético, parte de una clase social, se requiere acercarse integralmente a dimensionar el problema que viven las mujeres en sus contextos.
Durante la actividad la conferencista mostró el porcentaje de pobreza de acuerdo a la comisión económica para américa latina: “Un porcentaje del 29.6 de la población en países latinoamericanos están en situación de pobreza por ingresos y un 10.2 en pobreza extrema. Esto equivale a 182 millones de personas que están en pobreza y 62 millones que están en pobreza extrema. Desagregando por sexo, tenemos que para 2017 el 29. 7 de hombres y el 30.7 de mujeres están en pobreza, mientras que el 10.1 de hombres y el 10.3 de mujeres están en pobreza extrema” mencionó la Dra. Tepichín Valle.
“Los indicadores son muy valiosos porque nos dan cuenta de que las mujeres mexicanas distinguidas entre pobreza o no pobreza tienen algún rezago en algún derecho social. Sin embargo, estos indicadores son indicadores de desigualdad de género desagregados por condición de pobreza, pero no son indicadores de pobreza”, recalcó la conferencista.
Fotografía: Enlace de Comunicación
De igual manera, se dijo que se debe deshacer el vínculo que generamos entre mujer y pobreza, de tal manera que la política pública se dedica, básicamente a mujeres en situación de pobreza y, lo que es peor, sin enfoque de género.
Por esto, es importante diseñar programas que atiendan la pobreza, pero con enfoque de género. La pobreza no es la causa de la desigualdad de género y la desigualdad de género no es la causa de la pobreza, son dos problemáticas que requieren una atención diferente.
Para está situación la Doctora Ana María propuso cuatro direcciones:
Primero; una segregación por sexo para obtener información sobre qué sucede en los hogares con la distribución de los recursos.
Segundo; considerar el tiempo con un recurso fundamental ya que es muy estrecho para las mujeres, y se ha dejado a un lado la búsqueda por la equidad de género, mientras que la atención se enfoca a la satisfacción de necesidades básicas y las mujeres son incluidas como prestadoras de servicio y no como sujetos de derecho.
Tercero; es responsabilidad del Estado la creación de empleos dignos tanto para hombres como para mujeres, y así ofrecer condiciones de vida dignas.
Cuarto; el contexto: trastocar desde el Estado y las instituciones, las normas de género que producen desigualdades y preservar el reconocimiento de derechos.
…no tienen como defenderse, presentan poco poder en sus relaciones sociales y una baja escolaridad, lo cual provoca la dificultad para delegar… Comentó que en los hallazgos de diversas investigaciones se confirma que las mujeres no se mandan solas.
Por último, destacó que, desde la perspectiva de la justicia de género, es necesario enfatizar en el papel que juegan los hombres y mujeres, y así, generar y crear un diálogo.